AMALIA RAMÍREZ (Guitarras Ramírez) EMBAJADORA EN ARTE POR DESCUBRIR (Cervezas Alhambra)

Hace un año, más o menos, un guitarrero me preguntó preocupado por la continuidad de su guitarrería: "¿Cómo consiguió tu padre que Enrique y tú siguierais con el oficio?". La clave está en la libertad de  elección, no imponer, y saber soltar, a pesar de temer que, a lo mejor, el trabajo que realizaste durante toda tu vida podría terminar en ti. Aunque seas consciente de que, tal vez, tus descendientes no estarán interesados en este trabajo tan atemporal, duro, sin ayudas, sin subvenciones, poco apreciado por el consumidor que mira lo barato de usar y tirar, y tan raro en los tiempos que corren.

Y otra de las claves surgió en una frase que nos dijo mi padre, José Ramírez IV, a mi madre y a mi hablando sobre mi elección de ser escritora y periodista, justo antes de entrar en la universidad y un poco antes de su muerte: "Haz siempre lo que tu corazón te diga porque la vida es muy corta". Mi padre siempre fue muy generoso. Creo que ese es el secreto, ese, y la confianza.

Cuando terminé la carrera empecé a hacer prácticas como becaria y descubrí que ese no era mi lugar, que a mi siempre me ha gustado la música, que siempre he tenido pasión por el trabajo de mi padre, que me gusta el olor a madera, que estoy orgullosa de esta tradición y que quiero continuarla. Intuyo que eso mismo fue lo que sintió mi tía, Amalia Ramírez, cuando volvió con su hermano para dirigir el taller. Gracias a ella las guitarras, no sólo tienen un timbre maravilloso, aunque esté mal que yo lo diga es lo que siento y lo que oigo, también son más bonitas que nunca. Mi padre las hizo más cómodas, ya que mi abuelo, José Ramírez III, había pensado en las manos de Segovia. Esta característica es también una de las claves de esta continuidad familiar en el oficio: cada uno aporta algo nuevo al instrumento.

Y mi hermano Enrique experimentó, tres cuartas partes de lo mismo. Él que estaba destinado por nombre a ser José Ramírez V, con 8 añitos, sin presión asomándose por ningún sitio, le contestó a su profesora a la pregunta "¿qué quieres ser de mayor?": yo quiero ser guitarrero. Y sólo hay que verle trabajar, el amor que vierte sobre lo que hace. Estoy segura de que su abuelo y su padre estarían orgullosos de verle hacer guitarras.

131 años conservando y transmitiendo un tesoro, apoyando a la guitarra clásica y a la flamenca, maravillosas las dos, mágicas, trabajando con guitarristas y ayudando a poner un poco de música al mundo. Gracias a cervezas Alhambra por apreciarlo.



No hay comentarios: