Recibir dos entradas para tener la oportunidad de disfrutar como niñas fue un regalo para mi amiga y para mi. La pedagoga Teresa del Pozo y el guitarrista José Luis Montón comienzan a dirigir un espectáculo que nos trae una sonrisa a los labios de la que no nos podemos deshacer hasta el final del espectáculo. Fue genial hacerse amigos de un erizo, de un camaleón daltónico, de un cangrejo de pinza de oro, de un pez llamado Lola que cuenta cuentos, de un camarón,...
Hubo momentos mágicos llenos de originalidad, donde de la nada se crea una historia. Coquetean con el universo de las marionetas, o quizás de la linterna mágica. Las animaciones, las performances, la música, todo para acercar el flamenco a los más chicos. Si mirabas a tu alrededor encontrabas a niños de bocas abiertas y otros que no podían dejar de dar vueltas pinchados por la música, sin olvidar a los primeros de la clase que nos recordaron lecciones ya olvidadas. Un espectáculo precioso que animo a que vean, también a los que no se asustan cuando les sale el niño de dentro para disfrutar un poco de algo que a veces se nos olvida: jugar. Y el resto de la historia les dejo disfrutarla, porque estas cosas es mejor vivirlas. Arriésguense a un riesgo seguro. Les garantizo risas, juegos y mucha magia en Quillolandia, donde el cielo es azul y el viento lo trae una flauta (Cristina Fernández), la arena es blanca y la mar es de plata que se mueve con el rasgueo de una guitarra (José Luis Montón) y la percusión lleva el ritmo que indica que esta vivo todo este universo ( Odei Lizaso).
Y todavía José Luis Montón se disculpaba: "Y eso que he tenido que cantar casi todo, que la cantaora se nos ha puesto mala" (Ana Salazar). Un secreto: a José Luis se le dio bien el canto, pero tampoco olvidamos el talento del cantaor Ramón Jiménez "El Piti", con el que pudimos jugar a pintar un poco la sala.
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