El pasado jueves 18 de
junio, Cristina, Enrique y yo viajamos a Barcelona para asistir al acto de
entrega de una de nuestras guitarras, para que formara parte de la colección
del Museo de la Música de Barcelona.
Un año antes,
aproximadamente, se habían puesto en contacto con nosotros solicitando este
instrumento, con características similares a la utilizada por el gran
intérprete Andrés Segovia. La idea no sólo consistía en integrarla en su
importante colección de guitarras, sino también en ser tocada por guitarristas
en algunos de los conciertos que ahí se celebran. Hasta ese momento había sido
expuesta temporalmente la primera guitarra realizada por mis sobrinos José
Enrique y Javier Ramírez.
Así que construimos una
guitarra Tradicional exclusivamente para ese fin. Aprovechando una de las
innovaciones realizadas gracias a los consejos de nuestro buen amigo el
guitarrista Piero Bonaguri, hicimos esta
guitarra con lo que denominamos “mango estrecho”. Se trata del tercer
instrumento que realizamos con esa característica que, sin duda, beneficia a la
comodidad del músico.
Allí conocimos por fin a
todo el equipo que hizo posible la realización de este acontecimiento tan
bello: Marisa Ruiz, Tere Sánchez, Imma Cuscó y Jaume Ayats.
Jaume Ayats, el director del
Museo, hizo la presentación ante un reducido y selecto grupo, pues se había
decidido que el acto sería privado, en un ambiente acogedor rodeados de
maravillosos instrumentos en una de las salas más importantes del museo. En el
acto no sólo presentaron nuestra guitarra, sino también otras piezas que
formarían parte de la colección: una guitarra de Francisco Pagés que perteneció
a Victoria de los Ángeles, donada por la fundación del mismo nombre, una
guitarra de Anselm Clavé y una guitarra Antonio de Torres.
Tras la introducción me
invitaron a que dijera unas palabras, y no pude menos que, además de agradecer
la invitación, comentar la alegría que me producía saber que una de nuestras
guitarras estaba en el Museo de la Música, y no de Instrumentos Musicales, pues
en él se les da el uso para lo que fueron creados, que además de su belleza
estética, su razón de ser es sonar y ser el medio por el cual los artistas pueden
expresarse.
Finalmente el guitarrista y
amigo Carlos Bonell dio un breve y maravilloso concierto con la guitarra que
entregamos al Museo y, a pesar del poco tiempo del que dispuso para acostumbrarse
al nuevo instrumento, diferente al que ya poseía de Ramírez por lo mencionado
anteriormente sobre el grosor del mango, todos pudimos disfrutar de su
excelente sentido musical y de la calidad de su ejecución, además de su
agradable compañía.
Al terminar el acto,
visitamos el Museo y Gerard Jané, propietario de las bodegas Jané Ventura, nos
invitó a un exquisito cava, el Gran Reserva Do. Gerard, que es un gran amante
de la música, llamó DO a este cava tan excepcional, porque es una nota musical,
porque también do en catalán significa don, y entiendo que el don es también un
regalo que convierte en alguien muy especial a quien lo tiene. Acompañaban a este cava unas deliciosas
chocolatinas, de chocolate negro, con forma de guitarra que habían sido
elaboradas por el Museo del Chocolate especialmente para este evento. ¿Qué más
se puede pedir?
La colección de guitarras, verdaderamente
extraordinaria, tiene joyas de gran valor. Entre ellas se encuentra la célebre
Torres con aros y fondo de cartón que perteneció a Llobet, y que me encantó ver
en “persona”, aunque quizá debería decir mejor “en guitarra”.
Durante la copa posterior al
acto nos reencontramos con amigos del mundo de la guitarra como son la
guitarrista Begoña Gómez de las cuerdas Gato Negro, la nieta de Granados, María
Ribera, Jordi Pizarro del Certamen Llobet, Marc Morera de Seguros Casa Blanca
y Gilles Baudu de las cuerdas Knobloch.
También tuve la ocasión de
ver a mi buen amigo Max Sunyer, el gran guitarrista de jazz, a quien no veía
desde hacía muchos años, y a mi buena amiga Rosa Robles, cantante también de
jazz, y excelente profesora de canto, a quien también me gustaría ver con más
frecuencia. Fue un placer conocer al guitarrista Jaume Torrent a través de mi
amigo Max. Es una bendición tener buenos amigos en todas partes.
Amalia Ramírez