PUNTADAS HISTÓRICAS
Madrid, 9 de Agosto del 2012
MANUEL RAMÍREZ
Madrid, 9 de Agosto del 2012
MANUEL RAMÍREZ
Manuel Ramírez de Galarreta y
Planet nació el 26 de Mayo de 1864 a las 23h.en Alhama de Aragón, que mi padre
describe como bella e imponente localidad aragonesa, donde el padre de Manuel,
de nombre Domingo Ramírez de Galarreta y Martínez Abad, residió junto a su
familia durante unos años al parecer con motivo de la construcción de un
puente, ya que era constructor. No sé cuántos años le llevó aquella obra, pero
sí sé que Manuel paso su infancia en dicho pueblo de Zaragoza.
Su segundo apellido, Planell,
Plannell, y que también figura como Planet, me ha invitado a hacer un juego,
quedándome con la versión “Planet” como la que más me gusta por razones que se
explicarán si siguen leyendo.
Como soy astróloga, no he
podido evitar la tentación de calcular su carta astral, que confirma muchas de
las pocas cosas que, a través de mi padre, sé de él. Con Júpiter coronando su medio cielo, debió
de tener un carácter exuberante, optimista y osado, lo que con seguridad le
tuvo que animar a cometer no pocos errores y también muchos aciertos en sus
decisiones, porque es verdad que el que no se atreve no hace gran cosa con su
vida. Y con un Ascendente en Acuario, con su Sol en Géminis, vinculado
armónicamente con la Luna en Acuario, y con Saturno en Libra -posición
privilegiada para este planeta que tanto le definió-, no cabe duda de que fue un hombre original,
de gran personalidad, y ante todo justo, con una acusada creatividad que le
llevó a ser uno de los más grandes y universalmente reconocidos constructores
de guitarras de todos los tiempos. Y seguramente se le “pegó” algo de la tierra
que le vio nacer y crecer, conocida por la nobleza de su gente.
Su vida no debió de ser
fácil, marcada por la lucha y el esfuerzo, por golpes de fortuna y también por
infortunios y desengaños, como llevada por oscilaciones extremas de una
experiencia a otra. Llama la atención cómo en una carta como la suya se observa
que su prestigio traspasaría fronteras, afianzándose con el paso del tiempo,
aún después de su muerte, como un recuerdo indeleble en las mentes y en los
corazones de los amantes de la guitarra.
Mi tío bisabuelo Manuel se
inició en el oficio de guitarrero de la mano de su maestro y hermano mayor,
José, con quien empezó a trabajar a la edad de 18 años.
Parece ser que fue en Cava
Baja 24 donde se estableció el primer taller, y donde José enseñó el oficio a
Manuel entre 1882 y 1886-87. Lo que no está muy claro es si fue Manuel o fue
José quien decidió independizarse, ya que el taller de Cava Baja en realidad
estaba en la vivienda de Manuel.
Por lo que he podido deducir,
entre la información que recibí de mi padre y la documentación que ha caído en
mis manos posteriormente, entiendo que Manuel, probablemente consciente de su
talento e impaciente por desarrollar su propia obra, fue quien primero tomó la
iniciativa anunciándole a su hermano su intención de instalarse en París. Fue
entonces, entre 1886 y 1887, cuando José se trasladó a la Plaza del Rastro nº
4, y allí permaneció durante un año hasta que se trasladó a Concepción Jerónima
2. Asimismo, José ayudó económicamente a Manuel para que pudiera emprender su
aventura. Sin embargo, Manuel no se fue a París según lo previsto, y permaneció
en Cava Baja 24, lo que creó una fisura irreparable entre los hermanos, y nunca
volvieron a hablarse. Tanto es así, que
en taller de mi abuelo, JRII, había una prohibición tácita a mencionar a
Manuel. De hecho, fue mi padre, JRIII, quien reunió la información que buenamente
pudo sobre Manuel, y volvió a recuperarlo como parte de la familia que era.
Esta es la razón de que haya tanta imprecisión acerca de lo que realmente
sucedió entre los hermanos.
Lo cierto es que podemos
decir que Manuel se instaló como guitarrero independiente en Cava Baja 24 en
1886-87, cuando José se fue. Y después se trasladó a la Pza. de Santa Ana 1890,
viviendo aún en la Cava Baja, y más tarde se estableció en Arlabán 11. Ahí
continuó su taller después de su muerte dirigido por su viuda hasta 1921.
Viendo cómo estaban los
astros para Manuel en ese período, 1886 tuvo que ser un año en que debió de
estar optimista, ilusionado con proyectos profesionales, y viendo que todo eran
facilidades para emprender su propio camino, seguramente se lo planteó a su
hermano obteniendo su aprobación. No obstante, el año 87 fue un año duro para
él, en que probablemente las cosas empezaron a torcerse generando un mal
ambiente a nivel familiar, ya que los cambios no fueron precisamente los
esperados, pero no se ve en ningún momento la más remota intención por parte de
Manuel de defraudar a su hermano. Lo cierto es que el año siguiente los
planetas en tránsito tampoco mostraban indicios de que se fueran a facilitar
las cosas para restaurar su relación,
generándose, por el contrario, más confusión y, probablemente, si es que aún
cabía alguna posibilidad de arreglo, aquí quedó truncada definitivamente.
Lo cierto es que cada uno
siguió su camino, y Manuel empezó a crearse una reputación de gran guitarrero,
adelantando a su hermano en sus investigaciones. Entre sus logros, se encuentra
el de mejorar la “guitarra de tablao” diseñada por José, que Manuel fue
modificando hasta lograr el modelo que se consideró idóneo para flamenco, y que
ha permanecido con muy pocas modificaciones hasta el momento actual.
Pero en realidad, lo que más
le interesó a Manuel fue investigar y desarrollar la guitarra clásica, y su
objetivo fue superar al prestigioso constructor de guitarras Torres. Lo cierto
es que, desconozco cómo, llegaron a sus manos dos etiquetas de Torres. Un poco
harto de que siempre compararan sus guitarras con las de Torres, dejando a las
de Manuel siempre en un segundo plano, decidió construir dos guitarras en las
que reunió todos sus conocimientos, y pegó sus propias etiquetas en ellas y
cubriéndolas colocó las de Torres, encolándolas sólo por las puntas. Así que hizo una convocatoria, con fecha y
hora, a todos los guitarristas, anunciando que tenía dos guitarras de Torres
hasta entonces desconocidas y deseaba presentarlas. A continuación cito las
palabras con las que mi padre describe, en su libro “En Torno a la Guitarra”,
el sonado acontecimiento: “Naturalmente acudieron en tropel tanto profesionales
como aficionados criticones. Se probaron las dos guitarras concienzudamente y
se llegó a la unánime conclusión de que eran las mejores Torres conocidas.
Insistió Manuel en recabar opiniones para que no pudiera haber luego
retractación posible; siguió la opinión unánime y fue entonces cuando
solemnemente retiró las etiquetas de Torres, ante ojos atónitos.
En su currículum cabe añadir
el hecho de que fue nombrado Luthier del Real Conservatorio de Madrid. Y que tuvo el honor de reparar los
Stradivarius del Cuarteto de la Capilla Real.
Y destaca muy especialmente
la anécdota probablemente más conocida sobre él. Se encontraba un día Manuel en su tienda de
Arlabán, conversando con José del Hierro,
catedrático de violín del Real Conservatorio, cuando entró un joven con
un aspecto un tanto extravagante, cubierto con una capa y apoyándose en un
bastón para “defender la facha” *. Su intención era saber si Ramírez le
alquilaría una guitarra para un concierto que tenía que dar. Manuel, que según
tengo entendido tenía un gran sentido del humor –así como muy mal genio cuando
la ocasión lo requería- encontró gracioso todo aquello de alquilar una
guitarra, además del aspecto del joven, por lo que tratándole de “pollo” y con
cierta grandilocuencia para darle pompa al asunto, decidió seguir la broma y le
dejó a probar una guitarra cualquiera que tenía a mano.
Tal fue la maravilla que escucharon
tanto Manuel como José del Hierro, que Manuel quitó al joven la guitarra de sus
manos diciéndole que no era para él, y le entregó una que había hecho por
encargo para el ciego Manjón, un gran guitarrista del momento y un gran
humanista por lo que sé, pero con el que Manuel tenía cierto resquemor porque
había intentado regatearle el precio poniéndole defectos que no tenía. El joven
concertista se entusiasmó con aquella guitarra y les deleitó con un recital
delicioso. Tanto fue así, que Manuel, impresionado por lo que había escuchado,
le regaló la guitarra al joven, quien resultó ser el aún desconocido Andrés
Segovia, y que la utilizó durante muchos años en sus conciertos. Esta guitarra
es la que poco antes de su fallecimiento, cedió al Metropolitan Museum of Art
de Nueva York, con la condición
irrevocable de que esa guitarra nunca fuera tocada por nadie. Esta información
me la facilitaron en una visita que hice a dicho museo en el año 2001, y se la
volvieron a repetir a mi sobrino Enrique cuando estuvo ahí con su hermano
Javier para ver el histórico instrumento. Mucho valor tuvo que tener para el
maestro Segovia esa guitarra cuando
quiso que conservara para siempre su tacto y el sonido que en ella imprimió después
de tantos años de trabajar juntos.
Los altibajos en la vida de
Manuel van a la par con los caprichos de los astros, que le dieron una
existencia muy agitada, y, por tanto, interesante e intensa, especialmente en
ese período en que tuvo tantos traslados y cambios en su vida profesional.
Manuel Ramírez murió el 25 de
Febrero de 1916, sin dejar descendencia.
Es extraño comprobar, tantos años después, que un planeta inesperado
–Urano de paseo sobre su Luna natal- puso fin a una vida de forma seguramente
súbita. Y, eso sí, dejó tras de sí un capítulo de la historia de la guitarra
que nos marcó a todos con su sello particular, con ricas anécdotas, y con un
avance en el desarrollo de este instrumento tan español.
* Palabras textuales del propio Andrés Segovia al relatar, en una grabación muy emotiva, su encuentro con Manuel en su tienda de Arlabán.
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